Afrodita o nada.

¿Notaron ya que
cuando se trata de poesía contemporánea
la mujer siempre es puta
y es el hombre el que gana?

Yo me pregunto, ahora,
si las mujeres sexualmente ortodoxas
no tienen lugar
ni métrica
ni atractivo suficiente
para ser parte de una rima.

¿Dónde quedan los besos
que no encienden luces de colores
que no se convierten en fuegos artificiales
que no traen mares a las orillas?

Porque ser un campeón en la cama
o una musa del sexo liberal,
dos pares de piernas que se enredan
entre las sábanas,
o a veces más de dos.
Eso parece sencillo
a la hora de escribir.
Pero no siempre es real.

¿Y los bostezos?
¿Y el "no quiero, me duele la cabeza"?
¿Eso no es suficiente
para llenar una hoja en blanco?

Pareciera que si no hay
naufragios entre las piernas
mástiles decorando la escena
sonidos en cada rincón del cuarto
entonces, no vale la pena.
Quiero decir,
a la hora de los poemas,
está claro.

Acá es donde hago un quiebre.
Que el sexo merece ser contado
incluso, cuando ninguno los dos
haya acabado.