Mientras vos dormís

Todo eso que pasa 
mientras vos dormís 
y que tiene lugar en mi cabeza
pero probablemente nunca te lo comparta.
Puedo contarte cientos de cosas.
Puedo inventar las mejores anécdotas,
reversionarlas, darle color, actuarlas para vos.
No puedo decirte qué me pasa.
Te juzgaba por no hablar,
pero lo cierto es que yo hablo mucho
y digo poco.

Mientras vos dormís de a ratos te miro.
La forma de tu ojo cerrado es una curva inexplicable.
Va y viene, pareciera no terminar,
es mas oscura en ciertas zonas.
Te beso el sol de la espalda,
acaricio las alas de tus hombros.
Vos no estás acá. No estás en esta cama.
Estás rendido al cansancio y al territorio de Morfeo.

Estoy despierta hace más de una hora.
Doy vueltas en esta cama que me resulta ajena.
Veo mis dedos moviéndose en la pantalla blanca.
Escribo. Te escribo. Vos seguís durmiendo.
La mano te tiembla sobre mi espalda,
surcas el sueño frágil.
Debería despertarte, decirte que ya es hora,
confesar que llevo largos minutos así,
sin saber qué hacer.
Incluso te abracé y recorrí tu nuca con los labios,
buscando una reacción inmediata de tu cuerpo,
buscando que te acuestes encima mío,
buscando tu desesperación.
Seguís durmiendo.
Tengo hambre.
Quiero desayunar un te y escribir
viéndote trabajar.
Quiero ver cómo me siento
en esa familiaridad.
Lo imagino
sabiendo que no va a pasar.
Voy a irme antes de que lo propongas,
no vas a proponerlo aunque me quede.
Todo tiene límites 
y no sé cuántas horas más
quiero pasar con vos.
El tiempo corre distinto.
Es más pesado. 
Sufre arritmias.
Se sacude. Da saltos.

Vos también das saltos.
Ya te estás despertando.

Buen día,
tengo palabras guardadas para vos
que no te voy a compartir jamás.